Solo la seguía en silencio con la mirada. Esta mañana en que me había pedido que no me vaya y que la esperara en la cocina, donde a través de las ventanas, apenas cubiertas por unas cortinas naranjas, los rayos del Sol profundizaban la armonía. Se levantó. Un pijama blanco con unas pequeñas flores rosas y negras, mostraban con cadencia esa figura que se paseaba de un lado a otro de la sala. Primero me miro y se fue hasta la cocina, encendió la hornalla y puso la pava, esa misma pava que yo le regalara hace un tiempo y que aún, desgastados los dibujos, silbaba muy vagamente. Sólo la seguía, en silencio, con la mirada. Sé que había algo que quería decirme y solo era cuestión de momento. Preparaba el mate lentamente y acomodaba la yerba sobre un costado para que no se quemara, como lo hacia siempre. Todo se hacia mas lento, hasta el punto de llegar a una pausada agonía. “ A veces las palabras son tan lentas y a veces parece que el silencio hablara ”.